Hoy es el día en que me despedí de una gran
persona, mi entrenador. Hace 3 años que estoy con él.
Él era más
que un entrenador, era un amigo en los entrenamientos, hacía que fueran
divertidos, especiales, únicos. En la cancha era un guía, nos corregía todo,
nos felicitaba cuando lo hacíamos bien, y si lo hacíamos mal, a veces si se
enojaba pero siempre nos perdonaba y nos alentaba para que nos salga bien. Y en
la vida era como un padre, nos cuidaba nos preguntaba que nos pasaba cuando no íbamos
a entrenar, hacia todo lo posible para que vallamos a los partidos, y si nos llegábamos
a lastimar venia corriendo y nos preguntaba cada 5 minutos como estábamos.
Lo único que
le puedo decir a él es gracias, el me enseño que lo que menos importa es ganar,
que lo que teníamos que hacer era superarnos a nosotras mismas, que nunca
hay que rendirse, que todo se logra con esfuerzo, el me enseñó a amar el vóley.
Los
entrenamientos son recuerdos que nunca voy a olvidar, con el siempre eran
divertidos y al mismo tiempo aprendías todo. Si algo no te salía, sin pensarlo
se quedaba con vos al lado viendo como lo intentas una y otra vez y felicitándote
cuando lo lograbas. Aunque él se sintiera mal, siempre estaba con una sonrisa,
nunca nos demostraba que le pasaba algo malo.
En los
partidos, él no era de esos entrenadores que te gritaban, que te forzaban a
hacer cosas que no sabías, que te sacaba apenas hacías algo mal, Sino todo lo
contrario, era de esos que te alentaban, que sí, se enojaba un poco, pero lo hacía
cuando tenía motivos, si el otro equipo era superior a nosotras, nos felicitaba
cuando nos equivocábamos por el simple hecho de haberlo intentado.
Hoy fue el último
entrenamiento con él, hice todo lo posible para quedarme hasta el final y así
lo hice. Espere a que todas se fueran, y así por despedirme con un fuerte
abrazo. Cuando me di cuenta que me quedaban 5 minutos con él, me largue a
llorar, me dio un abrazo que nunca voy a olvidar, y cuando me estaba por ir me pidió
otro. Fue el mejor abrazo que me dieron en la vida, y así va a hacer, nadie lo
va a reemplazar a él ni al abrazo. Y así cada uno tomo su camino, él se fue
para un lado y yo para el otro, llorando como la mejor, pero con una sonrisa en
la cara, agradeciendo haberlo conocido.
Te juro amor eterno. Espero que nuestras vidas se vuelvan a cruzar. Ojala no sea un adiós, si no un hasta luego. Simplemente gracias Pablo Luis Martinez